Seguro que más de una vez te has puesto manos en la masa en la cocina y para alguna receta de repostería te ha hecho falta chocolate fundido. Para evitaros más de un quebradero de cabeza, hoy os vamos a explicar dos formas de hacerlo, con algunos trucos para que os salga estupendo.
La primera forma es al baño María: hay que introducir la cobertura de chocolate troceado previamente, procurando no sobrepasar la temperatura de 40º. Remover hasta conseguir una pasta uniforme. Si utilizáis Chocolates Valor en gotas, el chocolate funde rápidamente.
Para los más perezosos, también se puede usar el microondas. Ésta es una forma de fundir el chocolate muy rápida y cómoda, pero requiere conocer muy bien la potencia de cada microondas, ya que si no, es muy fácil que se queme el chocolate. Basta con introducir el chocolate en un envase apto para microondas y programar a temperatura media el tiempo para derretir el chocolate. Este periodo no debe ser extenso, pues hay que evitar quemar el chocolate. Lo ideal es ponerlo en intervalos cortos de tiempo e ir echando un vistazo a ver qué textura va pillando el chocolate.
Una vez fundido el chocolate, es muy importante templarlo, pues al calentarse sus tres componentes principales (el cacao en seco, la manteca de cacao y el azúcar) se disocian entre sí. Mediante el templado se vuelve a conseguir la unidad de estos elementos obteniendo como resultado un duro y muy brillante chocolate que nos permitirá trabajarlo adecuadamente y nos facilitará el conseguir buenos acabados.
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