Seguro que habéis comido decenas y decenas de tabletas de chocolate o bombones en vuestra vida. ¿Pero os habéis parado a pensar de dónde proviene el cacao? Hoy vamos a hablaros un poco sobre el cacaotero, el árbol de donde se extrae el ingrediente principal con el que después elaboramos nuestros productos.
El árbol del cacao es muy delicado y necesita para su crecimiento de un suelo rico y bien drenado. Además, debe estar protegido del viento y de la luz solar directa, por lo que antes de cultivarlo se deben plantar otros árboles de altura que le den una sombra suficiente y homogénea. Para esta función suele utilizarse plantas de plátano y banana.
El árbol puede llegar a alcanzar los quince metros de altura, aunque lo normal es que no sobrepase los ocho. Del tronco salen cinco ramas principales, de las que brotan otras en abanico. Las hojas son alargadas, frágiles, brillantes y de color verde oscuro, de casi treinta centímetros de longitud. El árbol no empieza a florecer hasta pasados cinco o seis años de su plantación y es plenamente productivo a partir del décimo. Por lo general da dos cosechas al año, de calidad desigual, y cada cosecha puede dar ocho kilos de cacao ya seco de media.
Las flores son pequeñas y semejantes a las orquídeas. Crecen directamente en el tronco y en las ramas mayores. Sólo llega a cuajar del uno al cinco por 100 de las hojas, ya que de hacerlo todos los árboles no podrían soportar el peso de los frutos. Los frutos, de color dorado, rojizo o violáceo, presentan forma de óvalo y tienen unos veinte centímetros de longitud. En América son conocidos con el nombre de «maracas», mientras en África se llaman «piñas» y en España «mazorcas»o «bayas». Están recubiertos por una corteza dura y su interior presenta una pulpa de color rojo o blanco en la que se encuentran las semillas en forma de granos, en un número par no superior a cuarenta. Cada grano viene a tener de dos a cuatro centímetros de longitud y de uno a dos centímetros de ancho. Las semillas deben separarse rápidamente de los frutos después de su recolección para transformarlas antes de ser comercializadas.
El cultivo del cacao exige terrenos profundos y frescos y le perjudica tanto el exceso de humedad como la sequía. La altura ideal para su plantación es la comprendida entre los seiscientos y los seiscientos cincuenta metros de altitud. Si las precipitaciones son excesivas, como ocurre en ocasiones en estas tierras por sus irregularidades atmosféricas, los árboles corren el riesgo de padecer enfermedades fungosas por el exceso de agua. La inundación es quizá el mayor peligro para el cultivo del cacao, pues merma la producción de los frutos. En cuanto a la temperatura, la ideal para su desarrollo es la comprendida entre los 30-32º C grados de media máxima y los 18-21º C de mínima.
Si hacemos un rápido repaso al recorrido del cacao a lo largo de su dilatada historia, vemos cómo su producción ha ido cambiando de zonas geográficas, en ocasiones muy diversas y distantes entre sí. Tras su aparición espontánea en el Amazonas, los españoles extendieron su cultivo en Trinidad, La Española y otras islas caribeñas. En 1560 llega a las islas Célebes y en 1614 a Filipinas. Más de un siglo después, en 1740, se inicia su cultivo en Brasil. Los portugueses lo llevaron a Fernando Poo (Guinea Española, hoy Guinea Ecuatorial) y a finales del siglo XIX el cultivo pasa a Ceilán (actualmente, Sri Lanka) y a Java. De Ceilán pasará después a Madagascar, en el África Oriental. Se trata, en todos los casos, de zonas de mucho calor y humedad.
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