Con la gran cantidad de matices que aportan los derivados del cacao, no es de extrañar que muchos chefs hayan optado en algún momento de su carrera por utilizar chocolate para acompañar platos salados. Utilizado con prudencia, puede enriquecer salsas destinadas a bañar estofados de vaca, de ternera o carne de caza. La liebre o el pollo con salsa de chocolate son dos ejemplos de las múltiples incursiones de este dulce universal en la alta cocina.
Hay platos míticos a base de chocolate. Uno de ellos es el «mole». Se trata de una singular receta, cuya originalidad radica en la mezcla de chile, una fuerte especia con chocolate amargo. En México, de donde es originario, es uno de los alimentos más venerados y de hecho hay industria alimentaria basada en el «mole». También tiene cierto tirón en algunos países americanos, pero en Europa no ha cuajado ya que está lejos de los gustos occidentales.
En Europa, la cocina francesa y la italiana apuestan por el chocolate en algunos entrantes, carnes e incluso algún marisco. En España son las cocinas catalana, navarra y gallega, entre otras, las que más han apostado por esta variante gastronómica.
Alrededor del chocolate y la cocina también se ha construido el mito afrodisíaco. Numerosos cocineros han exaltado las virtudes del chocolate para levantar pasiones. Citaremos aquí a la cocinera mexicana Martha Figueroa, quien tiene publicado el libro Recetas para enamorar donde se incluyen recetas con supuestas propiedades afrodisíacas.
Y tú, ¿te atreves a adoptar el cacao como ingrediente habitual en tus platos?